Septiembre es el mes de volver a la rutina. Volvemos al trabajo, al cole, a despertarnos con la alarma del móvil. Volvemos a todo aquello que habíamos olvidado durante la temporada estival.
Porque volver a la rutina puede ser un golpe de estrés inmediato, o también lo podemos convertir en una excusa para respirar hondo, decir “om” y comenzarlo con todas nuestras fuerzas.
Por eso, aquí compartimos estos 8 pasos a seguir para meditar junto al mar y volver a la rutina de la mejor manera posible.
1. Lo primero y esencial es saber qué ropa utilizar. Como siempre, lo primordial es tener ropa bien cómoda, pero no olvides que según la hora a la que vayas a meditar la temperatura puede variar. Pero ni el calor ni el frío deben desconcentrarte de tu meditación. Recuerda llevar una manta para que la arena no te moleste en tu momento de tranquilidad. Y, si puedes, también una almohada o almohadón para hacer tu práctica más cómoda.
2. ¿A qué hora se debe meditar? Puedes hacerlo a cualquier hora, sin embargo, debido a que estarás en un ambiente natural donde recibirás la energía del mar y del sol, lo recomendable es que lo hagas al amanecer o al anochecer. En estos momentos del día es cuando la meditación provoca un mayor efecto.
3. Cerciórate de meditar en una zona tranquila, donde puedas escuchar solo los sonidos naturales del entorno sin distracciones. Por eso es mejor si lo haces en un lugar sin gente que interfiera tu conexión con el alrededor.
4. La orilla del mar siempre es la mejor opción para meditar. Sin embargo, debes prestar atención al oleaje para que una pequeña subida del nivel del mar no te moje. Por eso, busca un lugar cerca de la orilla dejando unos metros de arena seca frente a ti para evitar una interrupción en tu momento de paz.
5. Ahora que estamos situados en el lugar ideal, debes colocar la manta en la arena y sobre ella, la almohada. Acuéstate apoyando la cabeza en la almohada y quítate las zapatillas y los calcetines. Siente la arena de la playa. Estamos listxs para empezar.
6. Siéntate con la espalda recta. Cruza las piernas y busca la comodidad; este punto es fundamental para aprovechar la meditación al máximo. Cierra tus ojos y estira tus brazos hacia arriba creando una línea recta, con tu espalda perpendicular al suelo. Relaja cada músculo de tu cuerpo, desde los dedos de los pies hasta tus manos. Pon tus brazos a los lados y luego coge tus rodillas con las manos. Ya tienes la posición.
7. Despeja tu mente y no pienses en nada. Solo en tu respiración. Conéctate con el entorno, activa los sentidos y siente la arena en tus manos, el olor a sal y a arena mojada, el sonido del mar, el viento, las olas y todo lo que la naturaleza te regala en ese momento. Déjate llevar por todas esas sensaciones.
8. Por último, solo queda disfrutar de ese momento durante la práctica. No termines la meditación bruscamente; antes que nada debes comenzar a mover lentamente tus extremidades. Comenzando, como al principio, desde los dedos de los pies hasta la otra punta de tu cuerpo.
Si puedes hacerlo, practica la meditación cada día. Así ya no es lo mismo volver a la rutina, ¿verdad?
Ya sabes, en la próxima quedada con tus amigos, comparte estos consejos mientras disfrutas con ellxs de una botella de Blanc Pescador.