Ya hemos incorporado la sostenibilidad en nuestro día a día reciclando, reduciendo o reutilizando. ¿Por qué no dar un paso más allá y tomar consciencia también durante las vacaciones? Sí se puede (y se debe) y aquí os damos algunas ideas para poder disfrutar de este mes de agosto sin impactar en el entorno.
El inicio del viaje
Cambiar el tren por el avión ya es un primer paso, ya que representa una reducción de emisiones de C02 casi 10 veces menor por pasajero. También sucede lo mismo con el coche que es 6 veces más contaminante que el tren. De hecho, el 92% del total de energía consumida por el transporte en España corresponde al tráfico de coches, un 3,6% al aéreo y un 1,4% al ferrocarril.
Y si no hay más remedio que volar, lo ideal es escoger destinos cercanos, vuelos directos y aerolíneas concienciadas con el medioambiente.
La llegada al destino
Hoy en día podemos afirmar que la mayoría de entidades encargadas del fomento del turismo priman la sostenibilidad. La buena noticia es que, por este motivo, cada vez surgen más iniciativas para poder llegar a cabo un turismo sostenible.
Actualmente, encontramos establecimientos donde no hay ni rastro de plástico: ni pajitas, ni botellas, ni bolsas. El poco plástico que podemos encontrar en manteles o servilletas, siempre es reciclado. En el caso de los envases para las mermeladas o los aceites, el cristal es la mejor opción.
Hoy en día también existen muchos puntos en los que se pueden rellenar botellas de agua y así evitar el consumo de plástico, al igual que siempre puedes pedir en restaurantes que te ofrezcan una jarra de cristal.
Y una vez ahí…
Vivimos en un país dónde opciones gastronómicas hay muchas, por lo tanto, sí tenemos la manera de poder consumir conscientemente. El famoso “kilómetro 0” ha llegado para quedarse en la hostelería. Pero… ¿realmente qué significa?
Esta tendencia imparable se basa en consumir productos a menos de 100km del restaurante donde se van a cocinar. Y no solo eso, actualmente cada vez existen más establecimientos que incorporan un huerto propio para reducir al máximo el impacto que representa esta industria.
Pero nuestra actitud también cuenta
No podemos dejar todo el trabajo a los negocios, sino que nosotros también debemos ser conscientes de cómo viajamos y qué clase de turista somos. Dejar las cosas (como mínimo) tal y como nos las hemos encontrado, desplazarnos caminando, en bicicleta o en transporte público y adaptarnos a las normas marcadas en cada lugar como, por ejemplo, no dar de comer a la fauna salvaje local; ya es hacer algo.
Y no solo eso. Los residuos que se generan en época de vacaciones son extremos, por eso, no solo deberíamos no ensuciar, sino que lo ideal sería contribuir en mejorar la situación. ¿Cómo? Es mucho más sencillo de lo que parece: no abusar de los servicios de los hoteles, hacer un uso responsable de la energía o comprar recuerdos que se hayan elaborado en el lugar visitado y evitar los que forman parte de la fauna y la flora (como el coral, las conchas…); son pequeños gestos que ayudan.
Y nuestro mantra
En verano no olvides esta máxima: reduce utilizando lo que realmente necesitas, reutiliza alargando la vida de los productos, recicla ya que tienes todos los conocimientos y herramientas paras hacerlo, y… ¡recomienda compartiendo estos consejos para que cada vez seamos más los que apostamos por la sostenibilidad!